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12 de junio de 2014

Un sueño: La Maratón

Quisiera escribir referente a los tantos y diferentes sueños que todos hemos alcanzado, estamos en el camino o aquellos que han sido guardados en un cajón.

Actualmente, el sueño que quiero contar es deportivo. La primera semilla fue decidirme a entrenar de forma planificada y profesional, pretendo regarla día a día con los nutrientes de motivación, alimentación, piernas y corazón. 

Ya en la novena de veintinueve semanas de entrenamiento pretendo acercarme al buen hacer con cada gesto, seguir las pautas establecidas y mejorar sensaciones y pensamientos para saborear el día de la maratón, que es el sueño del que hablo.

No se trata de disfrutar solo de esos 42,125km sino de cada una de las sesiones que me permiten seguir sumando para la primera maratón, punto inicial para otros sueños que vendrán.

Para terminar, añadir que de esta forma sigo con el compromiso propuesto conmigo misma.


26 de julio de 2012

EL PESCADOR SATISFECHO


El rico industrial del Norte se horrorizó cuando vio a un pescador del Sur tranquilamente recostado contra su barca y fumando una pipa.
“¿,Por qué no has salido a pescar?”, le preguntó el industrial.
“Porque ya he pescado bastante por hoy”, respondió el pescador.
¿ Y por qué no pescas más de lo que necesitas?”, insistió el industrial.
“¿Y qué iba a hacer con ello preguntó a su vez el pescador.
“Ganarías más dinero”, fue la respuesta. “De ese modo podrías poner un motor a tu barca. Entonces podrías ir a aguas más profundas y pescar más peces. Entonces ganarias lo suficiente para comprarte unas redes de nylon, con las que obtendrias más peces y más dinero. Pronto ganarias para tener dos barcas… y hasta una verdadera flota.
Entonces serías rico, ¡como yo!
“¿Y qué haría entonces?”, preguntó de nuevo el pescador.
“Podrías sentarte y disfrutar de la vida”, respondió el industrial.
“¿ Y que crees que estoy haciendo en este preciso mornento?”, respondió el satisfecho pescador.

LA CUERDA DE LA VIDA


Cuentan que un alpinista desesperado por conquistar el Aconcagua, inició su travesía después de años de preparación.

Pero quería la gloria para él solo, por lo tanto subió sin compañeros. Empezó a subir y se le fue haciendo tarde, y más tarde. No se preparó para acampar, sino que siguió subiendo decidido a llegar a la cima, hasta que se hizo la oscuridad. La noche cayó con gran pesadez en la altura de la montaña; ya no podía ver absolutamente nada. Todo era negro, cero visibilidad, no había luna y las estrellas estaban cubiertas por las nubes.

Subiendo por un acantilado, a solo 100 metros de la cima, resbaló y se desplomó por los aires… Caía a una velocidad vertiginosa, sólo podía ver veloces manchas más oscuras que pasaban en la misma oscuridad y la terrible sensación de ser succionado por la gravedad. Seguía cayendo… y en esos angustiantes momentos, le pasaron por su mente todos los gratos y no tan gratos momentos de su vida. Pensaba que iba a morir; sin embargo, de repente sintió un tirón muy fuerte que casi lo partió en dos…Sí, como todo alpinista experimentado, había clavado estacas de seguridad con candados a una larguísima soga que lo amarraba de la cintura. Después de un momento de quietud, suspendido por los aires, gritó con todas sus fuerzas:

-”¡¡¡Ayúdame Dios mío!!!…”
De repente una voz grave y profunda de los cielos le contestó:
-”¿ QUÉ QUIERES QUE HAGA, HIJO MIO ?”
-”Sálvame, Dios mío “
-”¿REALMENTE CREES QUE TE PUEDA SALVAR?”
-”Por supuesto, Señor “
-”ENTONCES CORTA LA CUERDA QUE TE SOSTIENE…”
Hubo un momento de silencio y quietud. El hombre se aferró más a la cuerda y reflexionó…
Cuenta el equipo de rescate que al día siguiente encontraron colgado a un alpinista muerto, congelado, agarrado fuertemente con las manos a una cuerda…A TAN SOLO DOS METROS DEL SUELO…
¿Y tú ? ¿Qué tan confiado estás de tu cuerda?
¿Por qué no la sueltas?

CRECER






Un rey fue hasta su jardín y descubrió que sus árboles, arbustos y flores se estaban muriendo.
El Roble le dijo que se moría porque no podía ser tan alto como el Pino. Volviéndose al Pino, lo halló caído porque no podía dar uvas como la Vid.Y la Vid se moría porque no podía florecer como la Rosa. La Rosa lloraba porque no podía ser alta y sólida como el Roble. Entonces encontró una planta, una fresia, floreciendo y más fresca que nunca.
El rey preguntó: ¿Cómo es que creces saludable en medio de este jardín mustio y sombrío? No lo sé. Quizás sea porque siempre supuse que cuando me plantaste, querías fresias. Si hubieras querido un Roble o una Rosa, los habrías plantado.
En aquel momento me dije: “Intentaré ser Fresia de la mejor manera que pueda”
Autor : Paulo Coehlo